lunes, 5 de julio de 2010

Síquica cuántica



Tratar por vez primera de relacionar una semilla con un árbol podríamos decir que es imposible, hay algo dentro de ella que, yendo más allá de lo simplemente físico genético, es capaz de generar no sólo un árbol sino bosques enteros. En alguna parte del más profundo vientre de su más oculta partícula late algo que le da su característico dinamismo y así con cada ser individual.
Pues bien, la ciencia actual se encuentra en un parteaguas al que por decirlo así, esta misma dinámica inexorable la ha llevado entre maravillada y rechinando los dientes. Este ubicuo punto, llamémoslo por ahora cuántico, al que muchos por el pudor científico de no perder su cola temen relacionar con la idea de Dios, es señalado por cada nuevo signo que encuentran nuestras más adelantadas mentes cada vez que abren nuevos capítulos, como la más profunda impronta de todo lo que existe, visible e invisible.
Para pensar cuánticamente es necesario no pensar con nuestro ego (como diría Carlos Castaneda: "parar el mundo"), sino más bien dejarse pensar por ese dinamismo que interconecta todo cuanto existe, única manera de reventar cualquier burbuja, al fin y al cabo También Somos Eso.

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