Cada cosa tiene su ritmo, su frecuencia, su vibración, su valencia, su peso específico, su tesitura, su matiz, su coeficiente de refracción de la luz...
Nadie es el centro del universo excepto para sí mismo, en la medida en que entramos en armonía.
La armonía es la conciencia de nuestra singularidad en sintonía con las particularidades que nos son adyecentes, en sí, todo lo que nos rodea.
Estar en nuestro centro es estar en todas partes y en ninguna.
1 comentario:
Es cierto, todo lo contiene todo, y en su conjunto se hace belleza.
Precioso fractal
Gracias.
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